Nuestro conflicto familiar es cosa de leyendas.
Hace diez años, Whitney Gable me atrapó con la guardia baja
con sus largas piernas y esos ojos azules sujetándome las bolas.
No sabía ni me importaba cuál su nombre.
Como cualquier Riscoff digno del nombre familiar, fui por lo
que quería. Y ardimos como un fuego relámpago hasta que ella se casó con otro
hombre.
Ella me odia, y debería.
Objeté el día de su boda.
Ahora ella está en casa, con esas mismas piernas largas y mirada
come hombres, pero no hay anillo en su dedo.
Dicen que un Riscoff y un Gable no pueden nunca vivir
felices para siempre... pero no he terminado con Whitney Gable.
Nunca terminaré con ella.
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